lunes, 19 de abril de 2010

UN LEÓN DOMÉSTICO

Se tira en el pasto y piensa:

“¿Quién soy yo?”

Mira al cielo esperando que una gota caiga con la respuesta escrita.

Ríe y llora por su inocencia y su felicidad, sabe que no puede ver más allá de lo aparente… la metafísica son solo pensamientos volados.

Una ardilla se le acerca. Habla con él. Él se enamora de ella: cree que es sabia e interesante. Pero ella no es para él, solo es un ente difuso entre lo maginario y lo estúpido, lo patético.

Él decide olvidarla, no hablarle y dejarla con su “ilusidad”… tal vez un día la mate para dejar de sufrir.

Se levanta y corre sin rumbo.

“¿Por qué hay entes tan corrosivos y dañinos?”

Él aún cree en la felicidad, en el amor y en la vida. Lucha por sobrevivir en un lugar en el que cree que no vale la pena estar.

“¡Tengo un lugar en el mundo!”

“¡Voy a descubrir lo que hay detrás del fundamento!”

Grita y salta a un charco de agua como si fuera una alberca.

Nadie podrá salvarlo… ni siquiera él mismo… se ha convertido en el monstruo de la ardilla solitaria y amargada.

Se conecta al aparatejo que reproduce lo minimalista… prefiere lo sencillo y aburrido en lugar de ir en búsqueda de Dios… cree que Dios ha muerto.

Llega a un bosque paradojicamente desértico. Sólo tiene dos posibilidades: el laberinto o el lugar innombrable.

Ilusamente se queda parado, luego decide volver a empezar, prefiere buscar otras salidas y olvidar todo, si es necesario.

Se tira en el pasto y piensa:

“¿Quién soy yo?”

3 comentarios:

  1. mmmmmm.......y si la ardilla se pone a hacer malabares y rascarse la pansa sin decir nada?....

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  2. ^_^ Entonces, tal vez, ella sería feliz… y él no se hubiera enamorado… hubiera buscado cualquier otra excusa para buscarse y desaparecer, sin dejar rastro.

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  3. RESPUESTA DEL LEÓN:

    Estando en la noche prende un cigarrillo y observa lo nebuloso de ésta.
    Entonces comienza a escuchar un silencio en forma de un caos amontonado y lleno de contrastes. Se siente en casa, confortable y tranquilo, porque estos se convirtierón en símbolos de hospitalidad.
    No tiene porque reír ni llorar, solo piensa en sí mismo, por lo que tiene un temperamento ecuánime. Además duda de la metafísica, porque él aprecia (a) la vida.
    En el vacío escucha la voz de una ardilla y se asombra , al parecer hablan un mismo idioma, por lo que él puede escucharla en lo hondo del silencio. Le encanta prestarle oídos porque suena como una melodía arrítmica que se distigue de todos los sonidos extraños y confusos que desprende la noche.
    Pero él León se inclina a escuchar nuevamente el silencio del caos, por lo que la voz de la ardilla efimeramente va desapareciendo. En realidad no le importa esta melodía, porque él sólo piensa que es una ardilla más que canta para llamar la atención y extarciase de ello.
    Despierta y piensa que fue un sueño ordinario más. Pero chocantemente surge en el León una pregunta:
    ¿Es acaso esta ardilla parte de un sueño más?
    Empieza el León a recordar algunas imagenes de ella; el color negro de su vestimenta, su mirada análitica, y la seguridad que tenía de todos sus miedos. Al otro día despierta y recuerda nuevamente; el color negro, su mirada, y sus miedos. Y así incesantemente.
    En una ocasión el silencio que escuchaba el León empezó a desvanecerse, ya que dentro de él existía una persistente pregunta acerca del su sueño que se repetían insesantemente, rápidamente llegarón tres espíritus que le dibujarón una forma sin forma. Por lo que el León se quedó incómodo ante el gran absurdo. Y así continuamente se le siguió apareciendo la forma sin forma, ya que él se empeñaba impacientemente en descifrar ésta.
    Hasta ahora ha pasado mucho tiempo desde que al León lo siguen tres espíritus, de modo que se fue acostumbrándose a jugar con ellos. Se conviritierón en una distracción al tratar de encubirir con formas lo que no tenía, de esta manera el silencio que parmenecía en sus oídos desaperecía y caía en el olvido.
    Y así es como el León(,) desde aquella melodía(,) aprendió a jugar con espirítus, que con el tiempo se convirtirían en laberintos para su diversión.
    Hasta entonces (“,”) constantemente (“,”)regresa el León al inicio del laberinto a jugar el mismo juego, ya que aprendió que si no (sino) tenía alguna distracción todo se volvería aburrido y cansado.

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