lunes, 25 de agosto de 2014

INSPIRACIÓN MUSICAL


Nos tocó ser los que esperamos.
Por desgracia, o no, me tocó ser la imprudente que no puede cegarse ante el sufrimiento del amante, la que balbucea porque no entiende algo de sí (o tal vez demasiado de sí) ni del otro, la que espera la luz verde de su amado; aquella que tiene que creer que flota para no sentir el vértigo del caer, la que pareciese tener que amarrarse a algo por miedo a vivir (tal vez sí sea así, yo no lo sé). A veces todo eso se olvida con facilidad (de ahí que sea imprudente) y sus esfuerzos tan arduos son abolidos por la insensatez.
Te tocó ser el prudente, el amante que tiene la disposición de entender lo complejo de las relaciones, el ser hermoso que tiene la suficiente capacidad para amar, el músico que enloqueció y que tuvo que olvidarse de sí para estar aquí (del "usted está aquí" en cuanto al conjunto convencional predeterminado), por no mencionar el grado de su comprensión que es digno de elogiar… (que conste que ese no tienes que ser tu, sino meramente la interpretación mía de ti).
¿Acaso ella aprovecha esa prudencia de él, aquella falta de lo que parece ser su único propósito en la vida?
¿Acaso es su imprudencia la que afectará esa prudencia, la que lo hará enloquecer para que pueda volver a ser él?
Quizás las cosas sean más simples, quizás ella es demasiado mensa (resultado de pensar las cosas tanto, una y otra vez) como para darse cuenta que es la mejor relación de pareja que podría tener en toda su jodida vida rota; quizás ella prefiera la nulidad de las cosas para buscar algo más allá de la tranquilidad de las aguas, buscar el viento que enloquezca su cabello al oler la fescura del sol, buscar que en ella nazca esa locura tan específica y peculiar que ama compartir con el otro.
¿Por qué ella podría preferir esa locura que en unos segundos puede pasar a dañina? Eso aún no es descubierto por los planetas, pero si se queda parada, inmóvil, estacionada, jamás lo descubrirá. Puede añorar todo lo que quiera, puede intentar reducir esa añoranza, pero su costo es muy alto, es la destrucción de otro ser.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Fugaz


Me gusta cuando las lágrimas caen como lluvia, con ese chicoteo tan característico de las fuentes de bambú. Me fascnina que se deje de saber por qué se llora: ¿Felicidad?  ¿Tristeza? Realmente no importa, importa ese sonido tranquilizador, la sencillez con que las gotas pasan haciendo ríos en las mejillas. Y a lo lejos el pájaro azul canta, aunque esté a obscuras, en la noche decadente, encarcelado en su lugar solitario, en los labios que creen habitar verdad, en los ojos que prometen y que nada hacen… Puro decir y maldecir. Pura sobriedad ebria y sombras iluminadas por luces artificiales que terminan siendo igual de inconclusas que tus promesas.
Si he de quedarme con mi agua derramada en las pupilas (vivas y felices), que no se me crea incapaz de permanecer flotando en la nada, que siempre se alce el vuelo por el amor, que el crecimiento de mis ramas jamás se detenga y que las alas me empiecen a nacer. Porque yo no necesito creer en sus cuentos de hadas, porque la vida me gusta como es, aunque me duela, aunque me enseñe en la crisis y en la tragedia, aunque a veces sienta que no pueda…