jueves, 28 de enero de 2016

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Me he enamorado de un Apolo y un Dionisio a contratiempos paralelos. El uno devino olvido, río Leteo silencioso que nunca puedes olvidar; fanático de la soledad, con sed de conocimiento universal. El otro, tan lejano de la cordura y tan cercano al corazón, vago embriagador, amante de los hombres y ajeno a la razón; místico universal que te penetra como olas de mar. Si he sido correspondida o no es lo de menos, porque ahora resalta a la mente la pregunta fundamental: ¿Quién eres? Pocos se atreverán a responder y muchos dejarán de preguntar, pero cuando las ondas atraviesen las montañas y tus ojos se alineen con la novedad, entonces no podrás parar. Si lo he tenido todo y hasta ahora me he quedado con nada… ¿Quién soy yo? ¿Mnemosine? ¿Una pitonisa más? No he de beber de aquel conocimiento terrenal. El universo no puede hablar. ¿Parar? ¿Amar? ¿Resonar? Callar.