La selva con su silencio y su obscuridad hacen que nos veamos con el miedo y la esperanza de sobrevivir ante aquella barriga de un monstruo extraordinario. Cruje, aulla y se consume en sí misma. Nosotros no tenemos algo que hacer, solo esperamos en aquel limbo, en aquel lugar al que no pertenecemos. Tratamos de ver más allá de lo negro para poder salir y poder encontrarnos, poder conocernos. Miras a tu alrededor y solo logras ver sombras de gigantes amigables, acogedores y protectores, pero oscuros y fríos, distantes.
Y creías que odiabas a los humanos… ahora sabes que te duele que existan, te frustra, pero no los odias, solo te lastiman y te carcomen.
Este lugar es triste, solitario, pero es confortante, llenador. Lo más probable es que no sobrevivas mucho tiempo, pero tal vez puedas ser feliz.