domingo, 23 de enero de 2011

ALGO DE LA NOCHE

Se ha vuelto tan presente la ausencia en mi, que ahora los demás, al dirigir su voz hacia mi entendimiento, vierten sus deseos expresivos en una espiral que va a parar a la nada. Tal vez es el hecho de creer que no es posible adentrarse en el calor de los demás, que no es posible tocar y ser tocado sin sufrir daño alguno. Tal vez es eso lo que me impulsa a vivir como vivo ahora.

Yo he decidido sólo escuchar. Escuchar a la noche sin pretensión de entendimiento, sólo escuchar por escuchar sin tener que llevar a cabo una conversación. Me siento a escuchar a las ninfas que sonríen cuando todo pareciese estar en silencio, y yo sonrío con ellas. Escucho a los árboles que respiran con impaciencia, con emoción y con ganas de gritar y festejar su ira. Escucho todo esto y más y es entonces cuando me doy cuenta que he empezado a consumirme a su lado… como cualquier alma que pretende vivir.

¿Qué tanto puede importar un alma rota en medio de la noche que todos se niegan a sentir, a explorar, a escuchar o por lo menos a brindarle algo de atención?

Han dejado de escuchar lo que sucede al rededor y, por ende, a ellos mismos. Se han convertido en robots que quieren lograr la felicidad por medio del ensimismamiento y la falta de atención. Ya no importa gritar porque nadie escuchará. Sólo queda dirigir la mirada hacia la oscuridad vertida de sonidos por la noche y la nada.

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